Vómitos o regurgitaciones en bebés
En este post os explico desde mi experiencia como enfermera pediátrica, como tratar los vómitos o regurgitaciones, qué son y cuándo debemos acudir a un pediatra.
Recuerdo cuando una familia llamó a mi número de teléfono para contarme que tenía la sensación de que cuando su hijo vomitaba parecía que se estaba ahogando, se ponía rojo, y hacía movimientos con la cabeza y con todo su cuerpecito.
La verdad es que el vómito produce una sensación desagradable y casi siempre viene acompañada de algún esfuerzo extra que produce ese color y esos movimientos que os comparto arriba. Anatómicamente hablando, esto se debe al cardias, una válvula que se cierra cuando el alimento llega al estómago para impedir que vuelva a subir por el esófago. Esta válvula no lo hace a la inversa. Es decir, cuando nuestra criatura vomita, no se abre de manera natural para favorecer el vómito, sino que se abre de forma forzada para expulsar el contenido gástrico al exterior.
Antes de seguir hablando del vómito, me gustaría contaros qué es una regurgitación, muy frecuente en la etapa inicial de nuestras criaturas.
¿Qué es una regurgitación?
La regurgitación es la expulsión de una pequeña cantidad de contenido gástrico, generalmente por hipo o tras un eructo. Puede ser de leche digerida, leche intacta o leche cortada. Esta última suele producir un olor ácido. Me atrevo a compartir el dato de que 2 de cada 3 criaturas menores de cuatro meses tienen al menos un episodio de regurgitación. Lo natural es que vaya desapareciendo a medida que va creciendo, y lo normal es que desaparezca completamente al año de edad.
Los primeros meses de vida nuestros bebés suelen pasar demasiado tiempo en posición horizontal. Siempre que se pueda, nuestras criaturas deben pasar tiempo en brazos o porteados. Eso hace que la expulsión de aire de su estómago sea más sencilla, lo que favorece que no tenga regurgitaciones. Digamos que la gravedad hace que nuestro sabio cuerpo se autorregule. Os cuento esto porque muchas familias me contáis eso de: “cuando le cambié el pañal, regurgitó; cuando se despierta y eructa, regurgita; incluso cuando juego con mi bebé en la cuna, regurgita”.
Existen bastantes estudios sobre la regurgitación y la lactancia materna. La mayoría demuestran que las regurgitaciones son menos frecuentes en criaturas que toman lactancia materna, porque la leche materna se digiere mejor y permanece menos tiempo en el estómago que la leche de fórmula de inicio.
Hay que distinguir entre las regurgitaciones naturales, por lo antes citado, del reflujo gastroesofágico. En este último caso, las criaturas pueden tener vómitos muy intensos o muy frecuentes. Por este motivo, son niñxs que suelen no ganar peso, y si lo hacen, suelen mantenerse en percentiles bajos. Pueden tener una tos crónica, estar muy irritables, con llantos mantenidos en el día, y en muchos casos con falta de apetito. El 70-80% de los casos con reflujo gastroesofágico se resuelven de forma espontánea entre el año y el año y medio de vida.
¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudar?
- Dar las tomas más seguidas y con menos cantidad, con el fin de evitar la distensión abdominal, que estén menos “hinchados”.
- Favorecer la lactancia materna, siempre que se pueda.
- Si toma biberón, consulta con tu especialista de la salud sobre las leches antirreflujo.
- Cuando esté tumbado, procurar que sea sobre el lado derecho para favorecer el vaciado precoz del estómago.
- Si vomita frecuentemente, mantener la postura incorporada el mayor tiempo posible.
- Consultar al pediatra para realizar un estudio, o ver la necesidad de tomar alguna medicación.
- Descartar posible alergia a la proteína de la leche de vaca.
¿Qué podemos hacer cuando nuestras criaturas tienen un vómito? ¿Cómo podemos ayudar?
- Acompañarle cuando se produzca el vómito. Sujetarles la frente suele ayudar, suele proporcionar comodidad, cercanía y confianza.
- Mostrar tranquilidad, intentar relativizar con palabras, hablarles con calma.
- Cuando termine de vomitar, buscar un lugar tranquilo y cómodo.
Nunca obligar a comer ni beber nada después de vomitar. - A los 30 minutos del último vómito, ofrecer líquidos como agua o suero oral a sorbitos pequeños, o lactancia materna en tomas cortas y frecuentes, cada 5 o 10 minutos.
- Si pasada una hora no vomita, podemos ofrecerle mayor cantidad de líquido cada menos tiempo.
- Si pasada hora y media no vomita, le ofreceremos comida sólida, siempre que a nuestra criatura le apetezca, sin forzar.
- Si vuelven los vómitos, empezaremos esta secuencia de nuevo.
- No utilizar jarabes para cortar los vómitos. Este deberá estar prescrito por un profesional de la salud.
¿Cuándo debo ir al pediatra?
- Si son vómitos muy repetidos, si no tolera el líquido, o no da tiempo a empezar a tolerar líquido porque no deja de vomitar.
- Cuando con el cuadro de vómitos incontrolados, aparece diarrea.
Si aparecen signos de deshidratación: ojos hundidos, lengua y labios secos, poca cantidad de orina y muy concentrada, incluso llanto sin lágrimas. - Si los vómitos están acompañados de fiebre elevada y decaimiento.
- Si los vómitos duran más de dos días y se acompañan de dolor de cabeza.
- Si los vómitos se acompañan de dolor en la ingle derecha y aparece febrícula.
- Si son vómitos en escopeta, vómitos bruscos, sin náuseas previas, que salen disparados en la distancia, sobre todo si ha habido algún golpe en la cabeza en días previos.
- Si los vómitos vienen acompañados de sangre.
- En lactantes con menos de 4 meses, si vomita en 3 tomas seguidas.
En algún momento de la vida de nuestras criaturas acompañaremos los vómitos. Es importante mantener la calma, acompañarlos y observarlos, y ante cualquier sospecha de que algo no va bien, acudir a un centro sanitario. En muchas situaciones de enfermedad los progenitores somos el espejo en el que nuestros hijos se miran. Si estamos tranquilos y confiados, así se mantendrán ellos. Si os apetece compartir vuestra experiencia conmigo, os animo a escribirme a entrelazadasmaternidad.