Viajar en furgoneta con niños

Viajar en furgoneta es una manera de vivir con los ojos abiertos, con la piel de gallina todo el tiempo, y aprender a respirar un aire de libertad absoluta, donde tú marcas los tiempos. Donde la mente es capaz de parar para conectar con el paisaje, con la gente y con la vida… Esta vida plena que vamos olvidando por la rutina.

Viajar en furgoneta camperizada en familia

Trabajamos para poder viajar 15 días o un mes al año, y “veraneamos” igual que vivimos, con atascos, multitudes por donde vamos, playas llenas, paseos abarrotados.
Poder viajar con tu casa a cuestas, es todo un lujo de detalles.

Darte la oportunidad de improvisar, de tomar decisiones en cada momento (y acertar, ya que el plan va saliendo sólo), te hacer sentir que eres un poquito más libre.


La climatología no es un problema al viajar en furgo. Puedes quedarte en un lugar si llueve, marcharte si hay mucha gente, puedes parar a dormir si tienes sueño, o comer cuando tienes hambre. Puedes hacerte una foto en ese lugar donde pocas personas llegan, y puedes dormir escuchando la naturaleza en la soledad absoluta, sin miedo a nada.

Nuestra furgo estaba preparada para todo lo que sabíamos que íbamos a necesitar. Simplemente estaba, y podíamos contar con ello. Es llevar tu casita a cuestas, pero con ruedas. Económicamente es la manera de estirar las vacaciones y poder pasar más días compartiendo en familia.
En la furgo, cada día que amanece sabes que no va ser el mismo día, ni en el mismo lugar. Cada día puedes elegir cambiar de paisaje, o por el contrario quedarte a disfrutar los días que te plazca sin sentir que los días son una cuenta atrás.

Nuestra experiencia viajando en furgo con niños…

La opción de los camping con la furgo también es muy buena, con niños y niñas, ya que es el momento de compartir espacio con semejantes y tomar un respiro para poner en orden y apuntó la casita con ruedas.

Creo que viajar de esta manera, autorregula a los niños y a las niñas, les hace más capaces de aprender a escuchar lo que les apetece hacer en cada momento, teniendo a su alcance su “casa” como espacio de seguridad.

Ahora que nuestros hijos e hijas son más mayores, sólo quieren viajar en «la casa con ruedas». Nos hemos reinventado ya que la furgo se nos quedó pequeña, y ahora tenemos una casita con ruedas más amplia.

Nuestros hijos e hijas siguen pidiendo viajar de esta manera, creo que ya no somos capaces de organizar un viaje que no sea descubriendo lugares así, conociendo a gente del mundo, viviendo en la pausa, disfrutando de la soledad a ratos. Ahora disfrutamos al compartir un espacio reducido donde cada uno y cada una encuentra su lugar de juego o concentración.

Para colmo, cuando llegamos a casa después de nuestros viajes, damos un valor especial a nuestra casa, a nuestras rutinas y a nuestra vida olvidada durante el viaje. Es entonces cuando te das cuenta de lo importante que fue salir de la rutina. Las prisas, el cole, las actividades… Así sentimos una energía renovada, para empezar un nuevo curso con la mente despierta y despejada.

Os animo a que me contéis vuestras experiencias en comentarios.

«Viajar es soñar despierto»