La Fimosis en bebés y niños
En este artículo hablaremos sobre la fimosis en bebés y niños, distintas recomendaciones y consejos desde mi experiencia como enfermera pediátrica.
La fimosis fisiológica
En mi jerga sanitaria nos gusta mucho etiquetar y poner nombre a los signos y a los síntomas.
Cuando nace un niño, se dice que nace con una FIMOSIS fisiológica. Esto se refiere a la imposibilidad para retraer el prepucio sobre el glande, que es la cabeza del pene.
Personalmente me gusta más explicar que al nacer los genitales masculinos están en proceso de maduración, y que ese proceso natural sólo se va consiguiendo con el tiempo. Cuando al nacimiento nos hablan de fimosis, a veces entendemos que habrá que operar en un futuro. Y no, no siempre. En este post quiero contaros que no tiene porque acontecer.
La anatomía del pene del bebé al nacer está compuesta de un cuerpo, cuyo extremo tiene forma de esfera, llamado glande. El glande está cubierto y protegido por una porción de piel que se llama prepucio, que en los recién nacidos y lactantes pequeños recubre casi la totalidad del glande.
Los primeros meses de vida y el diagnóstico de fimosis
Durante los primeros meses de vida es imposible retraer el prepucio para visualizar el glande, y no hay que hacerlo nunca.
Como os contaba al principio, es algo madurativo que el cuerpo sabe resolver, no hay que preocuparse por el diagnóstico de fimosis, ni mucho menos adelantar acontecimientos para evitar la intervención. En ocasiones pueden tener el agujero tan minúsculo que cuando el niño orina el prepucio se abomba momentáneamente, hasta que la orina sale al exterior.
Durante el primer año de vida el prepucio va despegándose del glande, lentamente. Después de este primer año empieza la autoexploración, que ayuda en ese proceso de despegue del prepucio. Si dejáis a vuestros hijos experimentar con su cuerpo, empezarán a introducirse el dedo dentro del pene, apretando el glande hacia dentro.
Otra manipulación típica de sus genitales es tirarse del extremo del prepucio, escondiendo aún más el glande. Y la última aparecerá cuando comience a asomar el glande, momento en el que empezarán a hacer retracciones del prepucio para ver glande.
Nos puede parecer doloroso, pero para ellos es una manera de explorar sus genitales. No os extrañe si en algunas ocasiones después de esa experimentación natural se huelen sus dedos, entra dentro de su aprendizaje y descubrimiento… Todo este proceso puede prolongarse hasta los cuatro años.
El diagnóstico REAL de fimosis
El diagnóstico real de fimosis es la incapacidad para exponer el glande a partir de los tres o cuatro años de edad. El motivo puede ser la persistencia del prepucio adherido al glande, y puede solucionarse tirando suavemente del prepucio hacia atrás, cada día un poquito, sin producir dolor, quizás aprovechando el momento del baño, y con el objeto de despegar las adherencias. Os recomiendo que lo valore vuestro pediatra, porque os podría recomendar una crema para aplicar en el glande y favorecer así la técnica.
Hay otro tipo de fimosis, producida por la resistencia de un anillo duro y fibroso en el borde del prepucio, que impide que éste se retraiga y se deslice hacia atrás para que el glande pueda exponerse. Este tipo de fimosis puede estar producida por los intentos repetidos de retracción del prepucio, lo que origina estas cicatrices duras, y sólo puede ser resuelta bajo intervención.
Algo que puede acontecer durante los primeros años de vida, es que aparezcan pequeñas bolsas blanquecinas bajo el prepucio. Muchas familias se asustan pensando que son colecciones de pus, y acuden a las urgencias del hospital con bastante preocupación. En ocasiones al retraer el prepucio quedan más marcadas. Esas bolsitas de grasa se llaman esmegma. El esmegma es normal, se elimina con paciencia y limpieza.
Mi recomendación, si aparecen estas bolsas de esmegma, es que les ayudéis a limpiarme el glande con agua y jabón después de orinar. En cuestión de 24 – 48 horas empezarán a salir al exterior y a desaparecer.
Ante la duda, confía en el ciclo vital de cada niño, confía en su evolución y confía en tu hijo, que sea él quien marque los tiempos. Si os surgen dudas, o necesitáis hacerme alguna consulta, estaría encantada de contestaros y de acompañaros.
«No necesitas correr para llegar. Acompañar y respetar los tiempos es la clave para alcanzar cualquier meta.»