Hoy, toca hablar de la muerte

 

 

Estos días de verano con nuestras criaturas en casa, sin colegio, sin muchas rutinas definidas, ya que todos los días no son iguales, pasa algo maravilloso: salen temas de conversaciones sobre pensamientos inquietos que, en otro momento del año, nosotras las adultas no estaríamos tan abiertas a escuchar y a dedicarles ese espacio de diálogo. Ese espacio donde toda la familia empieza a hablar, a opinar y a regalar sus reflexiones como un abrazo lleno de frases calentitas para que esas preguntas sean resueltas entre todas y sentir un bienestar común.

Es muy emocionante escuchar cómo el argumento de cada criatura a la pregunta inquieta que hace un hermano deja ver la personalidad de cada una de las criaturas. Con sus miedos, incluso con la seguridad de creer en una idea preconcebida y firme, pueden salir ideas nuevas con la intención de convencer al resto, afirmando que lo que ella dice es su verdad, una verdad absoluta porque así es como ella lo está sintiendo.

Os cuento que el otro día, después de hacer la compra y de vuelta a casa, con todas mis criaturas montadas en la furgoneta, una de ellas hizo una pregunta en alto: «Cuando te mueres, ¿te meten en una caja?». Esta pregunta, sin ninguna introducción al tema, creó un revuelo en la furgoneta. Hubo respuestas de todo tipo: «Si vamos a hablar de la muerte, espera a que lleguemos a casa, que yo me bajo, no quiero escucharlo». Otra decía: «¿Y por qué en una caja? ¿Y qué importa dónde te metan si luego vas a nacer otra vez?». «Pero, ¿para qué vivimos si tenemos que morir?». «Pero, ¿las religiones para qué sirven entonces?». «¿Y qué pasa con el alma? ¿Dónde van las almas si el cuerpo se queda en una caja?». 

Hablar de la muerte

Como familias, necesitamos tiempo de reacción y preparación de un tema para hablar de él con más seguridad, y siempre es importante documentarnos para ofrecer a nuestras criaturas más visiones, y no quedarnos solo en nuestra opinión personal. Pero la espontaneidad de la infancia hace que a veces no podamos tener todas sus preguntas documentadas y preparadas. Aun así, siento que hay temas que, aunque nos los preparemos, no son fáciles de abordar. A mí me funciona mucho escuchar a nuestras criaturas, como adultas, y no intervenir, sino conseguir que debatan entre ellas, que se escuchen, se pregunten y compartan emociones. Es importante porque compartir las mismas dudas, miedos y curiosidades hace que las respuestas sean más abiertas, más ricas en cuanto a buscar explicaciones, y esto hace que la mente también se prepare para una escucha más activa, y preparar a la mente para escuchar distintas opiniones o maneras de ver y entender el mundo.

Y si nuestras criaturas, después de mucho hablar, se acuerdan de que tú sigues allí con ellas y nos preguntan, nos mostremos tal y como somos, sin miedo a decir nada que no sintamos, siempre utilizando ese famoso filtro de la infancia,  por su edad. Pero esta generación de familias tenemos el legado y debemos ser auténticas. No mostrarnos haciendo ningún papel ni cumpliendo ningún rol social como se muestra a través de las pantallas y en las redes sociales.

El tema de la muerte es un tema que desde casa hemos vivido de cerca cuando se murió nuestro hámster. Fue una experiencia vital para entender el proceso de muerte desde la emoción de tristeza y la despedida del animal con el que jugaban. La muerte de nuestro hámster nos enseñó a entender el ciclo vital, y ya.

Algunas criaturas, por la noche, cuando se apaga la luz, experimentan miedos reales, y algunas de ellas necesitan conectar con ese miedo a la muerte. Es entonces cuando nosotras, como familia, empezamos a entender que no podemos protegerles de todas las fuentes de dolor, que en esos momentos solo necesitan contacto y calor,  y que a la mañana siguiente es un tema que debemos tratar, desde sus preguntas y sus inquietudes.

A muchas adultas nos cuesta hablar de nuestra propia muerte o de la muerte de otra adulta, y mucho más difícil es explicar a nuestras criaturas qué es la muerte y qué hay después de la muerte, que para mí es la pregunta clave. Contad lo que os pregunten, ceñíos al guion y sed sinceras en vuestras respuestas. A veces solo necesitan expresarlo, y con acompañarlo es suficiente. En otras ocasiones se pueden buscar cuentos que hablen de la muerte. Y en otras ocasiones, a lo mejor tenemos que buscar a otra persona que pueda contestar esas preguntas porque no nos sentimos seguras de compartir nuestros pensamientos con nuestras criaturas. Es importante que les demos ese espacio que están necesitando, que no les ignoremos aunque el tema sea difícil de abordar, y que no busquemos la manera de distraerle para cambiar de tema.

Para mí hay unas palabras que, juntas, tienen mucha fuerza: “Todo suma”. Estas palabras para mí son clave en nuestra crianza porque como nos comportamos, como les hablamos, como les tratamos, como nos miran cuando hablamos con otras adultas… todo suma para su manera de ver el mundo. Es la manera de criar que les estamos regalando.

Cuando en casa vemos fotos todas juntas de cuando eran más pequeñas, no en todas las fotos salen todas nuestras criaturas, evidentemente. No todas nacieron a la vez. Mi cuarta criatura en alguna de las fotos no había nacido todavía y siempre me hace la misma pregunta: “Mamá, ¿dónde estaba yo?”. Yo siempre le contesto que en mi corazón. Así hasta que aparecen fotos en las que ya estoy embarazada de ella, y le digo que está aquí, en el útero de mamá. Ella siempre me corrige y me dice: “En tu tripa, mami”. Cuando me animé a escribir este post fue porque, como os contaba más arriba, cuando íbamos en la furgoneta y una de mis criaturas se hizo esta pregunta en alto: “¿Cuando te mueres, ¿te meten en una caja?”. Después de mucho hablar entre ellas, mi criatura pequeña reflexionó en alto y dijo: “Las almas que se mueren van a las tripas de las mamás, o a sus corazones”. Esta frase nos dio calma y tranquilidad a todas, y volvimos a cantar todas juntas la canción que sonaba en la radio.