golpe en la cabeza en niños
En este post os traigo una serie de consejos de cómo prevenir los golpes de cabeza en niños, que podemos hacer cuando se produce y una serie de recomendaciones.
Siempre recordaré la frase que me dijo una neurocirujana cuando empecé a trabajar en las urgencias del hospital donde trabajo: «No hay niñx sanx sin golpe en la cabeza», o «sólo hay dos tipos de niñxs: los que ya han sufrido un traumatismo en la cabeza, y los que aún no lo han tenido». Esta afirmación me ha acompañado siempre como una frase sanadora. Un golpe en la cabeza es un episodio que puede ser leve y durar poco, o que puede complicarse en el momento del golpe o pasadas unas horas, a veces incluso precisando un quirófano. Por esto me animé a escribir sobre este tema, un tema que preocupa y asusta a las familias y acompañantes de escuelitas y coles.
Vayamos por partes: Muchos de los golpes en la cabeza se producen por caídas desde su propia altura contra el suelo, bien cuando empiezan a gatear, bien cuando están aprendiendo a caminar. También son frecuentes cuando van haciéndose mayores, por caídas, resbalones o distintos desafíos con la gravedad. Los golpes en la cabeza, conocidos también como traumatismos craneales, pueden ocasionarse también por colisionar alguna parte de la cabeza con distintos elementos, como una esquina, un saliente, un objeto voluminoso o pequeños objetos puntiagudos. Muchos de ellos son leves, pero debemos saber reconocer signos que nos informen sobre la posible gravedad del golpe, y también saber reconocer un buen o mal golpe por cómo ha sido el traumatismo.
Evidentemente, no es lo mismo un golpe tras caerse de su propia altura, que una caída cuando se precipitan desde una terraza o una escalera sin protecciones, igual que no es lo mismo caer sobre césped que sobre cemento. Tampoco es lo mismo recibir un golpe en la frente que en un lateral de la cabeza. El hueso de la frente, conocido como hueso frontal, es uno de los más resistentes del organismo, por lo que los golpes suelen ser leves, aunque los chichones sean prominentes y escandalosos.
Sin embargo, los golpes en la parte lateral de la cabeza pueden ser más peligrosos, porque el hueso es menos resistente y está protegiendo arterias importantes, por lo que pueden producirse sangrados y hematomas intracraneales. Lo que está claro, es que todas lidiamos y lidiaremos con distintos tipos de traumatismos, la mayoría de ellos de carácter leve.
Los golpes pueden producir o no heridas, y cortes con o sin hemorragia, en función del objeto y la velocidad del impacto. Pero en la mayoría de los traumatismos leves se producen contusiones, que se manifiestan por dolor, inflamación de la zona, chichón, enrojecimiento o hematoma.
La principal actitud hacia la que debemos emplear toda nuestra energía es la prevención.
¿Cómo podemos prevenirlos?
No dejarle en un carro o una silla de coche sin atar.
No dejarle solx sobre una mesa, cambiador, cama o superficies altas, aunque sea por un corto espacio de tiempo.
Cambiar los pañales en un lugar seguro, donde no pueda rodar con facilidad.
Evitar superficies resbaladizas.
Usar protectores en las camas o las cunas.
Protegerles de ventanas y balcones abiertos o que puedan abrir, y evitar tener debajo de una ventana sillas y mesas a las que puedan subirse.
Utilizar alfombras antideslizantes en la bañera.
Cubrir los bordes, las esquinas y los cantos de mesas y otros muebles que coincidan en altura con su cabeza.
Obligarles en el uso de casco para montar en bici, monopatín o patinete.
¿Qué podemos hacer cuando se produce un golpe en la cabeza?
No banalizar, no quitarle importancia. Mantener una actitud de compresión y acompañamiento.
No reprimir el llanto. De hecho, es natural, y casi tranquilizador, que un niño o una niña llore tras un golpe en la cabeza.
Intentar tranquilizarnos para tranquilizar.
Es importante localizar el golpe, observar si sale “chichón”, si hay cortes o cambios de color en la zona del golpe.
Aplicar frío local si la zona se inflama o aparece chichón, nunca directamente sobre la piel. Es importante ponerlo cuando acontece la caída, reduce la inflamación y puede paliar parcialmente el dolor.
El árnica no tiene aún estudios científicos que avalen su uso rutinario, pero no perjudica y en la mayoría de los casos alivia.
Si le molesta pasadas las primeras horas se puede administrar ibuprofeno (no para menores de 1 año), según su peso y su pauta habitual, recomendada por su pediatra.
Reconocer signos de alarma, ante los que se debe llamar al 112 o acudir al servicio de urgencias de un hospital:
– Si tiene una herida de más de un centímetro, si tiene los bordes de la herida separados, o si tiene un sangrado difícil de controlar.
– Si tras el golpe pierde el conocimiento, aunque sea durante unos segundos.
– Si después del golpe se queda más adormilado, retraído, lento… si le notáis «raro».
– Si pasados 10 minutos tras el golpe, continúa con llanto irritable que no cesa, o refiere un dolor de cabeza intenso que no cede en el tiempo.
– Si presenta alteraciones en el habla, la visión o el equilibrio.
– Si presenta una crisis convulsiva tras el golpe.
– Si vomita en las primeras 24 horas tras el golpe.
En todo caso, es recomendable que, si el golpe ha sido fuerte, estemos pendientes a posibles cambios de actitud en las primeras 48 horas.
Es habitual, o pasa a menudo, que el golpe en la cabeza suceda cuando está llegando la hora de dormir, momento en el que cuesta valorarle y cuesta mantenerle despierto. Mi recomendación es despertarle cada 4 horas durante la noche, y vigilar su estado general al día siguiente. Despertarle no es hacerle preguntas y esperar necesariamente que nos conteste, despertarle es observar que le molesta y que actúa de manera normal, como lo haría si no se hubiera dado un golpe en la cabeza.
Los traumatismos en la cabeza en los niños y niñas son golpes relacionados con las ganas de conocer el mundo, de superar retos, aspectos que en la infancia son tan importantes… Un golpe en la cabeza siempre supone un gran susto para la familia. Debemos esforzarnos en darles consuelo y comprensión tras el golpe, y recordar los signos de alarma. Por último, quiero recalcar la importancia de la prevención, una vez más. Siempre es más liviano el peso de los golpes infantiles fortuitos que los producidos por despistes de los padres o familiares que acompañan en la crianza.
Contarme vuestras experiencias, estaré encantada de leeros.